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La mítica espada de Bernardo del Carpio

Las espadas son objetos que fácilmente se vuelven míticos y casi mágicos con el paso del tiempo. Lo vemos con la famosa Excálibur del rey Arturo, pero también con Joyosa empuñada por Carlomagno y de la que se decía era capaz de cambiar 30 veces de color al día.

espada de bernardo carpio miguel zorita

Por eso hoy nos vamos a ocupar de una de las muchas espadas que se guardan en las colecciones madrileñas, precisamente una que se encuentra en la Armería Real de Madrid y a cuyo dueño se comparó con Aquiles, Héctor y Carlomagno. El invicto caballero Bernardo del Carpio.

Archivo:Bernardo del Carpio-Plaza Mayor de Salamanca.jpg - Wikipedia, la enciclopedia libre
Representación de Bernardo del Carpio en la plaza mayor de Salamanca

Como otros tantos personajes caballerescos, si existió o no Bernardo del Carpio sigue estando en la duda, lo cierto es que su historia se cuenta desde hace siglos. En la General Estoria que compiló Alfonso X el Sabio ya se le menciona y todo apunta que hacia el año 1200 ya debían circular en Castilla cantares sobre las gestas de este caballero que sin duda es uno de los primeros héroes de castellanos.

Más allá de su historicidad, las aventuras de Bernardo son fascinantes, ya que reúnen todos los ingredientes necesarios en la creación de un héroe mítico. Según algunas fuentes Bernardo fue nacido de Jimena, una infanta hermana (o hija según algunos) de Alfonso II el Casto y de Sancho Díaz de Saldaña. Por desgracia aquella unión era ilegítima porque Sancho era nieto del conde Fruela y Jimena sobrina de este. Como consecuencia, el pequeño Bernardo sería criado por su tío el rey Alfonso II, contra quien se revelaría al descubrir el que el rey quería traicionar al reino entregando la corona a Carlomagno al no haber tenido aun un heredero.

Al final, Bernardo lucharía contra Roldan en la famosa batalla de Roncesvalles para terminar saliendo airoso y honrar así a su rey. Ahora bien, la misma historia aunque con ligeros cambios la encontramos allende los Pirineos donde Bernardo no es hijo de Jimena si no de la infanta Timbor y esta a su vez no es hermana del rey de Asturias si no de los francos.

En resumen, que más que un personaje real, parece ser todo arquetipo medieval del supuesto traidor que resulta estar no ser tal, al descubrirse que sus motivaciones estaban justificadas y que sus recelos estaban en lo cierto.
Ahora bien ¿Qué tiene que ver este caballero medieval (existente o no) con la ciudad de Madrid? Todo se explica gracias al rey Carlos V, quien a demás de tener un omnímodo poder era gran aficionado a los libros de caballerías.

Carlos V, un rey imbuido en las novelas caballerescas

En uno de sus primeros viajes a España con apenas 20 años pasó por Aguilar de Campó, una población palentina donde se decía había ido a morir Bernardo del Carpio. Allí en la peña Longa existe una cueva donde aún se vislumbra el sepulcro pétreo de Bernardo cuyo descanso no dudó en romper el hijo de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, con tal de llevarse su espada.

Y así lo hizo, Carlos V se apropió de la espada y la depositó en la armería real, que terminaría dando origen a la armería que hoy contemplamos en el Palacio Real.

El interés tenía Carlos V en la espada de Bernardo del Carpio

La explicación es sencilla. Uno de estos cantares de gesta atribuye a la batalla de Roncesvalles el origen de la espada, allí Bernardo derrotaría a Roldán haciéndose con su arma, que no sería otra que Durandal, la mítica espada que a Roldán entregó Carlomagno cuando cumplió 17 años.

Cueva de Bernardo del Carpio en Aguilar de Campo

De esta manera recaía sobre Carlos V, no solo la corona de Sacro Imperio Germánico que fundó Carlomagno sino también la espada que estuvo en sus manos.

Durandal (o Durandarte) además era una especie de relicario porque en su interior contenía sagrados objetos como un diente de san Pedro, la sangre de san Basilio, cabellos de san Dionisio y parte del manto de santa Marta.
Por lo tanto, un objeto maravilloso que gracias a la afición lectora de Carlos V, conservamos en Madrid. Ahora viene la parte triste. Los expertos determinan que ni Durandal, ni Bernardo del Carpio, ni reliquias ni nada, la espada es una falsificación del siglo XVI que alguien coló como auténtica a un rey demasiado entusiasta.

Aun así, la espada sigue allí y es el gancho perfecto para acercarnos un día y disfrutar de las fabulosas piezas que acompañan a esta en la Real Armería de Madrid.

Espada de Bernardo del Carpio custodiada en la Real Armería

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3 comentarios en “La mítica espada de Bernardo del Carpio

  • Ulpiano A. Cervero

    El problema es que hay un error de bulto. Castilla no existía aún, era el reino asturiano de Alfonso II el Casto. Aún faltaba mucho para que la corte se transladara a León así que de Castilla, ni asomo. Estos periodistas metidos a historiadores no suelen ser muy rigurosos.

    • Miguel Zorita

      Llevas toda la razón Ulpiano. Alfonso II fue rey de Asturias y no de Castilla. Le di un cargo que no tenía. Mil disculpas. Sé la importancia del fallo porque es como cuando dicen de mí que soy periodista o historiador después de haber insistido varias veces en que no lo soy. Qué se le va a hacer… Todos somos humanos. Aún así gracias, todo ayuda a mejorar.

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