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La paleta de Francisco de Goya (objeto)

El mundo del arte es hoy día un ámbito de nuestra cultura respetado, admirado e incluso venerado. Al igual que la religión, el mundo de arte mueve sentimientos y fervores por lo que es frecuente encontrar comportamientos sorprendentemente parecidos entre ambos mundos.

La paleta de Francisco de Goya.
La paleta de Francisco de Goya.

La paleta de Francisco de Goya como instrumento físico de pintura

El objeto que hoy nos ocupa da buena cuenta de ello y para descubrirlo iremos a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí, en plena calle de Alcalá, nos encontraremos infinidad de pinturas, esculturas y grabados, pero lo que nos interesa no es una obra de arte en sí, sino otra pieza: La paleta de Goya. Como cualquier otro pintor, el genio aragonés contaba con una paleta, es decir un soporte de madera que colocado sobre la mano sirve para la mezcolanza de colores. El término paleta, que no deja de ser un diminutivo de pala y se emplea también para hacer referencia a una gama de colores y de hecho para explicar esta acepción la Real Academia de la Lengua dice:

«Conjunto o variedad de colores usados habitualmente por un pintor, la paleta de Goya»

En nuestro caso nos vamos a centrar literalmente en la paleta de Francisco de Goya, y no en su gama cromática si no en el objeto físico cuya historia es apasionante.

Autorretrato de Francisco de Goya donde aparece su paleta
Autorretrato de Francisco de Goya donde aparece su paleta.

El 30 de septiembre de 1933 el boletín de noticias de la Real Academia de San Fernando se hacía eco de un curioso ofrecimiento por parte de la viuda del compositor musical Arturo Saco del Valle, doña Dolores Badiola, al Estado español. Se trataba un cuadro de Antonio de Brugada con marco coronado de laurel, cuatro documentos, unos pinceles y una paleta. Ahora bien, estos últimos objetos no eran unos útiles cualquiera, eran las mismísimas herramientas de Goya.

¿Cómo habían llegado estos objetos a manos de Dolores Badiola?

Este cuadro de Brugada también fue ofrecido como parte del lote en el que iba la paleta
Este cuadro de Brugada también fue ofrecido como parte del lote en el que iba la paleta.

El recorrido es más o menos sencillo: A la muerte de Goya en Burdeos estos objetos pasaron a manos de otro pintor Antonio Brugada (también exiliado en la ciudad francesa y compañero de paseos del anciano Goya). La relación entre Goya y Brugada quedó plasmada precisamente en el cuadro que Dolores Badiola incluían en el lote que le ofrecía al estado. En esta pintura se observa el primer mausoleo de Goya cuya placa con el epitafio acabaría años más tarde en la tumba del pintor en la ermita de San Antonio de la Florida. Por lo tanto Brugada como propietario de tales objetos los traerá a Madrid en 1843 donde los verían los Madrazo, una familia de pintores cuyo testimonio fue clave para autentificar la paleta y los pinceles. De hecho, en el boletín que emitió la Real Academia de San Fernando se hace especial hincapié en cómo Federico y Luis Madrazo así como, el también pintor, Moreno Carbonero hablaban con veneración de esta paleta. Ya en Madrid, Brugada cedió tales objetos al padre de Dolores Badiola y éste a su hija Dolores quien los ofreció al estado a través de la Real Academia de San Fernando.

La paleta retratada por su dueño, Francisco de Goya

¿Sería esta paleta de 1826, la que guarda la Real Academia de San Fernando
¿Sería esta paleta de 1826, la que guarda la Real Academia de San Fernando

Curiosamente la paleta de Goya no solo está presente de manera indirecta en todos sus cuadros, sino que también aparece «retratada» en varias ocasiones, la vemos por ejemplo en el Autorretrato ante el caballete fechado entorno a 1790-1795 y con más seguridad aún en el retrato de que Vicente López hace del pintor aragonés en 1826. Si según la Real Academia de San Fernando la paleta que ellos conservan es la última empleada por Goya, es muy probable que López le retratase con ella su penúltimo año de vida.

Pero tampoco es seguro del todo, puesto que Goya fue inmortalizado en un viaje burocrático a Madrid, donde no es seguro que trajese sus herramientas de pintor. Sea como fuere, el lote que Dolores Badiola ofreció por la nada desdeñable cifra de 3.000 pesetas (recordemos que hablamos del año 1933) fue adquirido por el Estado yendo a parar a la Real Academia de San Fernando. La complejidad a la hora de valorar la autenticidad de esta pieza nos hace reflexionar sobre la propuesta inicial ¿Cuál es el verdadero valor de la paleta de Goya? ¿Reside su mérito en ser una pieza casi arqueológica? ¿O más bien tiene valor a nivel simbólico y casi sentimental?

Evidentemente, bajo este último enfoque la paleta tiene verdadero sentido y es lógico que se encuentre en un museo, en un templo del arte como en numerosas ocasiones se les denomina, pues al fin y al cabo la paleta de Goya no deja de ser una reliquia, una prueba más de las curiosas conexiones entre arte y religión al tocar ambas la parte más pasional del ser humano.

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