Un trocito de la Luna en Madrid

¿Cuántas veces hemos oído la expresión bajarle la luna a alguien cuando se hacen promesas imposibles de cumplir? Pues bueno, Madrid es una ciudad tan sorprendente que tiene en sus museos un trocito de nuestro satélite.

El trocito de luna que tenemos en Madrid
El trocito de luna que tenemos en Madrid.

Para conocer esta pieza hemos de trasladarnos al Museo Geominero, donde destaca una minúscula roca. Una pieza pequeñísima pero en un lugar destacado de la planta baja. Se trata nada más y nada menos que de un pedacito de  basalto 70017.

Posiblemente a los profanos en geología nos cueste identificar la composición de este y cualquier otro material lunar, pero hay un truco para no olvidar el nombre de uno de ellos, la armalcolita. Este mineral fue descubierto por los astronautas de la misión Apolo XI y por lo tanto se bautizó con las iniciales de sus nombres  (Armstrong + Aldrin + Collins). Armalcolita.

De aquel mineral hubo en España cuatro pequeñísimos fragmentos (del tamaño de un grano de arroz) y que sin embargo están en paradero desconocido. Se sabe que formaron parte de los obsequios entregados en 1970 a Franco pero se desconoce dónde están en la actualidad. Curiosamente, pese a que estuvieron en manos del general, él no era el destinatario pues la cartela del obsequio decía claramente: Presentado al pueblo del estado español por Richard Nixon, Presidente de los Estados Unidos de América. Es decir, que todos los españoles tenemos un trocito de luna aunque no sepamos donde.

Afortunadamente otro trozo lunar más grande, aunque sea apenas un guijarro, es el que llegó tres años más tarde, en 1973 y es el que hoy nos ocupa. Llegó con motivo de otro regalo diplomático proveniente de la misión del Apolo XVII. Este «souvenir espacial»  acabó en manos del almirante Carrero Blanco a quien se lo entregó Henry Kisinger. La cartela que acompaña la pieza dice así:

Este fragmento es una porción de una roca del Valle de la Luna Taurus Littrow. Se entrega como símbolo de la unidad del esfuerzo humano y lleva consigo la esperanza del pueblo estadounidense de un mundo en paz. Bajo esta chapa se fijó también una bandera de España de la época, con una leyenda grabada en metal que decía: Esta bandera de su nación fue llevada a la Luna a bordo de la nave espacial América durante la misión Apolo XVII, del 7 al 19 de diciembre de 1972. Presentada al pueblo del estado español por el pueblo de los Estados Unidos de América. Richard Nixon, 1973.

Carrero Blanco y Henry Kisinger ambos tuvieron en sus manos la roca lunar
Carrero Blanco y Henry Kisinger ambos tuvieron en sus manos la roca lunar.

Durante décadas permaneció en poder de los herederos del almirante hasta que en  2007, su hijo, el vicealmirante Luis Carrero-Blanco Pichot, donó la roca al museo naval, de allí pasó al museo geominero donde se encuentra en la actualidad.
El lugar del que procede la roca, el valle Taurus Littrow, se encuentra en la cara visible de la luna, en una zona colindante con los montes Taurus y el cráter Littrow. Como nada es casual en la luna, los nombres del barrio, país o llámesele como se quiera en el que vivía nuestra roca, deriva del astrónomo Joseph Johann von Littrow (1781-1840) y de los montes Tauro de Turquía, pues otro astrónomo, el polaco  Johannes Hevelius, cartografió la Luna en el siglo XVII poniendo nombres terrícolas a la geografía selenita. ¿Habrá un Guadarrama lunar?

Así es el valle de Taurus Littrow, un lugar ideal para mantener la distancia de seguridad
Así es el valle de Taurus Littrow, un lugar ideal para mantener la distancia de seguridad

Un planeta made in Madrid: Majrití

 

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